lunes, 11 de noviembre de 2013

LAS RAMAS DEL BUEN OLIVO



   Hay cuatro dogmas anti-judíos sobre los cuales se fundamenta erróneamente la teología cristiana desde el siglo II después de Cristo:

    


  1.      Todo el pueblo de Israel es culpable de la crucifixión del      Hijo de Dios.
  2.      Por eso Dios desechó a Israel y anuló las promesas del Pacto que hizo en el Antiguo Testamento.
  3.      La elección del pueblo de Dios, después de la resurrección de Jesucristo, pasó a la iglesia; e Israel fue desheredado.
  4.      Los judíos solamente pueden ser salvos por el bautismo, o sea, renunciando a su fe.

   La teoría de la desheredación de Israel (igual a la teología de reemplazo) es sostenida hasta hoy por la teología cristiana. Incluso encuentra cada vez más aceptación en los círculos evangélicos. Esta teología del reemplazo, sin embargo, es completamente contraria a lo que nos muestra Romanos 11.

   Hace poco llegó a mi s manos un documento con el título “El Rechazo del Judaísmo en el Nuevo Testamento”. Sostiene que el rechazo del judaísmo fue necesario para que se pudiera formar el cristianismo. Dice que la enemistad contra el judío sería una característica, y que los cristianos no tendrían que hablar del “Mesías de Israel”. Cita a un teólogo que sostiene que el anti-judaísmo sería una “parte implícita y vital de la doctrina cristiana original y especialmente de la paulina”.

   ¿El judío Pablo habrá sido enemigo de los judíos? ¿Justamente él que quería provocarlos a celos, para que muchos de ellos fueran salvos?  No conozco a nadie que hubiera amado más a sus hermanos, su pueblo Israel, que el mismo Pablo. En la lectura del documento mencionado anteriormente, algo me llamó la atención: En ocho páginas se citan 57 pasajes bíblicos acerca de la relación entre judíos y cristianos. Pero, entre ellos, no se encuentra ni un solo versículo de la Epístola a los Romanos, y menos del capítulo 11. Sin embargo, es justamente este capítulo el que trata específicamente el tema de los judíos y de Israel”.

   Es obvio que Romanos 11 es totalmente opuesto a la teología del reemplazo. Pero los partidarios de esa teología, argumentan que lo que allí escribió Pablo, no se encuentra en ninguna otra parte en la Biblia. En otras palabras: No se puede dar demasiada importancia al contenido de Romanos 11. Pero en realidad, Pablo no anunció nada que ya no hubiera sido anunciado en Génesis, fundamento de la Biblia. Hay en el Antiguo Testamento, varios acontecimientos que nos ofrecen una imagen profética de la relación entre los judíos y las naciones, con respecto al mensaje del Evangelio. Observemos a continuación el ejemplo de Jacob y sus 12 hijos. Son especialmente los dos hijos menores, José y Benjamín, los que tienen un especial significado.

Jacob y sus hijos

   José, el primer hijo de Raquel, es una clara representación profética de Jesucristo, Raquel era el gran amor de Jacob. Pero era estéril, lo que la hacía sufrir mucho. Tuvo que presenciar que Jacob tuviera un hijo después de otro de otras mujeres: Lea, su hermana, por ejemplo, le dio seis hijos, y Zilpa, la sierva de Lea, dos. Otros dos hijos nacieron de Bilha, la sierva de Raquel. Pero no era casualidad que Raquel no pudiera tener hijos. Pues Dios tenía un plan determinado para su vida: “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos” (Gn. 30:22). Raquel fue hecha fértil por Dios: “Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta” (v. 23). Y luego las cosas se precipitaron: “Y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo” (v. 24).

   Cuando leí el ruego de Raquel de que el Señor le añadiera otro hijo, me llamó la atención la palabra “añadir”, que a primera vista parece sin importancia. ¿Por qué usa esta redundancia, y no dice simplemente: “El Señor me de otro hijo”? Consulté varias versiones de la Biblia, y todas dicen “añadir otro hijo”.  Y de repente lo comprendí: Dios quitó de Raquel su afrenta y escuchó su ruego. Después del nacimiento del José, es una imagen de Jesucristo, también  Benjamín tiene que ser una imagen – que representa el hecho que después del nacimiento de Jesús, le fue añadido al pueblo de Israel otro hijo: el menor, un hijo dado por Dios, los creyentes de las naciones. Leamos a continuación algunos pasajes, teniendo siempre presente a José como imagen de Cristo, y a Benjamín como imagen de las naciones:

-“Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua(Gn. 37:23-24). También a Jesús le quitaron la ropa, y después de la crucifixión Lo pusieron en una tumba vacía en la roca.

Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la túnica con sangre; y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnico de tu hijo, o no. Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado(Gn. 37:31-33). Pero no era así; José vivía. También nuestro Padre en el cielo vio la Sangre de Su Hijo, que Él vertió en la cruz del Gólgota por nosotros. La gente lo tuvo por muerto. Pero Jesús vive. Él ha resucitado.

-“Después Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro…(Gn. 37:29). La cisterna estaba vacía. Y cuando María de Magdalena y la otra María llegaron a la tumba de Jesús, Él ya no estaba en ella. La tumba estaba vacía.

-“Y cuando pasaron los madianitas mercaderes, secaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto”. (Gn. 37:28). José fue vendido. Su campo de acción iba a ser el extranjero. También Jesús fue traicionado por sus hermanos por 30 ciclos de plata. “A lo Suyo vino, y los Suyos no Lo recibieron.” De manera que se volvió a los extranjeros: Su campo de acción es entre las naciones.

-“Y comenzaron a venir los siete años de hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra la tierra de Egipto había pan(Gn. 37:28). José llegó a ser una gran personalidad en Egipto. Mientras estuvo allí, el país fue bendecido. Las granjas estaban llenas, había suficiente alimento. También el nombre de Jesucristo se engrandeció entre las naciones. Él trajo salvación a los gentiles, los bendijo y les dio suficiente alimento espiritual para todos los que lo quisieran.

-“He aquí yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos(Gn. 42.2). Vinieron los años de escasez. Jacob se vio obligado a comprar trigo en Egipto. Mandó a sus hijos a ese país, hacía José, sin saber que era él. Y aún hizo otra cosa más, seguramente sin tener idea del significado profético de su acción. Pero tenía que hacerlo, pues su manera de actuar era parte del plan de Dios para la salvación de la humanidad: “Más Jacob no envió a Benjamín hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre(Gn. 42:4). Jacob mantuvo a Benjamín, su hijo menor y hermano de José, con él en casa. Los otros diez hermanos fueron a Egipto a ver a José. Este los reconoció, pero ellos no le reconocieron a él. De la misma manera, Jesús conoce a Sus hermanos, a Su pueblo, pero ellos no le conocen a Él.

   José no se dio a conocer cuando sus hermanos estuvieron delante de él con su gran necesidad. Al contrario. A pesar de su problema, los mandó de vuelta a su tierra. La razón para eso no eran los diez hermanos grandes, sino Benjamín. Benjamín no estaba entre ellos: “No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros(Gn. 43:3). Hoy, Jesús todavía no se puede dar a conocer a Su pueblo, a Sus hermanos, porque Benjamín todavía no está. En otras palabras, todavía no entró la plenitud de los gentiles. Ésta es la causa, y no Israel.

-“…y tomaron… a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José(Gn. 43:15). Volvieron los hermanos de José, esta vez con Benjamín. José vio a su hermano Benjamín, el hijo de su madre (Gn. 43:29). Entonces no se puedo contener más, se conmovió. Mandó afuera a todos los que estaban con él. Quería estar completamente solos con sus hermanos. Lloró a gritos – tan fuerte que los egipcios, los extranjeros y los siervos de faraón pudieron escucharlo - y se dio a conocer a sus hermanos (Gn. 45:1-3). 

¿Qué nos dice esto como imagen profética? Cuando haya entrado la plenitud de los gentiles, Jesús también se dará a conocer a Su pueblo. Su corazón arde en la espera, como en aquel entonces le pasó a José. Entonces se conmoverá y querrá estar completamente solo con Sus hermanos. Y este suceso no quedará oculto. Llegará fuerte y entendiblemente, a oídos de los extranjeros de las naciones.

   Ahora, ¿Qué les dirá Jesucristo a Sus hermanos, cuando se dé a conocer a ellos? ¿Les hará reproches? ¿Les dirá: “Ustedes me traicionaron, me vendieron”? ¿O les dirá, como los teólogos cristianos: Ustedes son mis asesinos, ustedes me clavaron en la cruz”? ¿O: “Yo he anulado las promesas del Pacto del Antiguo Testamento. Ustedes ya no son mi pueblo, yo les desheredé”? Seguramente no. Les hablará como José habló a sus hermanos: “Yo soy José vuestro hermano,  el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros… Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberaciób(Gn. 45:4-5,7). José dijo a sus hermanos exactamente lo que Pablo anunció en Romanos 11:25-26: …ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad(Ro. 11:25-26).

   Ha acontecido a Israel endurecimiento por causa de nosotros, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Hay una advertencia en esto: Si tu rechazas a Jesús, también estás endurecido; entonces tienes ojos que no ven y oídos que no oyen. Sin Jesús estás enteramente perdido.

   Pero el endurecimiento de Israel es “en parte”. En todo tiempo hubo judíos que adoptaron la fe en Jesucristo. Sin embargo, recién desde la segunda mitad del siglo XX existe un verdadero movimiento mesiánico entre los judíos. Especialmente en Estados Unidos, Israel, Ucrania y Rusia crece el número de los creyentes judíos que confiesan a Jesucristo como su Mesías. Estos judeocristianos viven en una especie de “tierra de nadie”, entre el pueblo judío y las iglesias cristianas: Por un lado, los judíos religiosos consideran traidores a sus hermanos mesiánicos. Y por el otro lado, las iglesias cristianas – si es que notan si quiera la presencia del movimiento mesiánico – guardan distancia y se asombran más bien de los creyentes judíos.

Provocar a celos a los judíos

   Las primeras iglesias cristianas se componían exclusivamente de judíos. Por eso, en realidad los judíos mesiánicos son los descendientes de la iglesia primitiva. A pesar de esto, hoy en día apenas encuentran reconocimiento. ¡Apoyemos por lo tanto con oración y fe a los judíos mesiánicos! Esta es nuestra tarea y nuestro llamado. Hagamos nuestros los propósitos de Pablo en Romanos 11, para que muchos sean añadidos a la Iglesia de Cristo. El primero de estos propósitos en que nos dejamos transformar por el Evangelio, de manera que los judíos lo perciban. Debería despertarse en ellos el deseo de tener una relación personal con el Dios de Jacob. Deben ser provocados a celos, para que puedan recibir la gracia que recibieron los gentiles. Éste es el mensaje de Pablo.

   Ahora bien, ¿cómo podemos provocar a un judío a celos en la práctica? La siguiente historia ocurrida en Rumania a principios del siglo XX, nos dan un impulso:

   Un joven de descendencia judía, que había nacido y pasado su niñez en pobreza, era un escéptico y burlador al estilo del filósofo Voltaire, quien negaba a Dios y llevaba una vida desenfrenada. A la edad de 27 años, enfermó de tuberculosis. En aquel entonces, esta enfermedad era casi incurable. Por un tiempo, el joven estuvo al borde de la muerte. Después de unos meses mejoró un poco y fue enviado a recuperación en un pequeño pueblo en las montañas de Siebenbürgen, en el centro de Rumania.

   En aquel pueblo vivía un anciano carpintero, creyente en Jesucristo, cuyo corazón ardía en amor hacia Israel. Sabía que era llamado a provocar a celos a los judíos, a despertar en ellos el deseo seguir a Jesucristo. Diariamente repetía la misma oración: “Oh Señor, no me dejes morir sin antes haber traído a un judío a los pies de Cristo, ya que Jesucristo vino de ese pueblo. Pero soy viejo y estoy enfermo. Y en mi pueblo no hay judíos. Trae un judío a mi pueblo, y aré todo lo posible para llevarlo a Cristo.”

   Un día, el viejo carpintero y el joven  judío se conocieron, y se hicieron amigos. Sin decir mucho, el carpintero regaló una Biblia a su amigo. No le interpretó la Biblia, sino que simplemente siguió orando. El judío sanó. Más tarde, contó que ya había leído la Biblia que había recibido del carpintero, era diferente. No estaba escrita con simples letras, sino con letras que ardían de amor. Recién más tarde, se dio cuenta que el secreto estaba en las oraciones del carpintero y de su esposa. El judío se convirtió. Y siempre testificó que su primer contacto con Jesús se dio gracias a este carpintero.

   Ese contacto fue posible porque el viejo carpintero aceptó el desafío de provocar a celos a los judíos con testimonio de su propia vida. El nombre del carpintero era Christian  Woelfkes. Y ¿sabes quién fue el judío que encontró a Jesús gracias al testimonio del carpintero? ¡Richard Wurmbrand, posterior fundador y director de una conocida organización de ayuda para los cristianos perseguidos por su fe! Llegó a ser de bendición para los hermanos en la fe, tanto judíos como gentiles, que sufren persecución especialmente en Rumania. Y Dios usó para esto a un no-judío, el cual pudo ser provocado a celos por la obra del Espíritu en su corazón.


   Noé dejó que la paloma volara, le dio espacio libre. Ella volvió con una ramita de olivo en su pico. Dale a Dios, también, espacio libre en tu corazón, para que haya fruto del Espíritu en tu vida. Entonces, conocerás más de las sobreabundantes riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios.