La Biblia
enseña claramente que la sociedad se degenerará en los tiempos del fin,
llegando a ser tan mala como lo fue en los días de Noé (Mateo 24:37-39). El apóstol
Pablo, hablando como un profeta, dice que la sociedad descenderá a un hoyo
negro de inmoralidad, violencia y paganismo (2 Timoteo 3:1-5). Afirma que los
hombres serán “amadores de sí mismos, amadores del dinero y amadores del
placer”. Las personas serán “vanagloriosas, arrogantes e impías” y
los hijos serán “desobedientes a los padres”. Suena como al noticiero de
la noche, ¿no es así? En resumen, hemos llegado hasta ese punto.
Señales de Persecución Venidera
Deberíamos estar profundamente preocupados acerca de estos acontecimientos,
no sólo porque estamos siendo testigos de la destrucción de nuestra amada
América, sino porque Jesús y Pablo profetizaron que cuando estas cosas
ocurriesen, la Iglesia llegará a estar bajo ataque y los cristianos individuales
serán perseguidos.
Jesús dijo que mientras la maldad aumenta, “el amor de muchos se enfriará”
(Mateo 24:12). Declaro que en esta atmósfera hostil, muchos cristianos
profesantes “apostatarán” y procederán a cooperar en la persecución de
sus antiguos hermanos y hermanas en Cristo (Mateo 24:10). Pablo indica la misma
cosa cuando dice que las personas serán “aborrecedores de lo bueno” y
que serán, por lo tanto, “brutales” e “implacables”, ultrajando a
aquellos que defienden la justicia (2 Timoteo. 3:2-4).
Estamos
viendo que hoy estas profecías se están haciendo realidad ante nuestros propios
ojos, alrededor del mundo. Mientras nuestra cultura se ha secularizado y
paganizado, el Cristianismo, la Iglesia y los cristianos han llegado a estar
bajo ataque creciente como “fanáticos intolerantes”. Los ataques se van a
intensificar, y va a ser cada vez más difícil para los cristianos defender la
justicia. Se perderán puestos de trabajo. Las carreras profesionales serán
destruidas. Los cristianos incluso serán enviados a prisión por hablar en
contra de males como la homosexualidad, porque tales pronunciamientos serán
etiquetados como “crímenes de odio”. ¿Qué vamos a hacer entonces aquellos de
nosotros que amamos a Jesús mientras enfrentamos una creciente ola de ridículo,
hostigamiento y persecución por nuestra fe? ¿Cómo debemos vivir para Cristo en
los tiempos del fin? Permítame sugerir algunas pautas.
1. Ordene sus prioridades
El punto de partida es revisar sus prioridades y asegurarse de que Dios es
la primera en su vida. Sea honesto consigo mismo. No juegue. No se engañe a sí
mismo. La mayoría de los cristianos han permitido que sus prioridades se
mezclen mucho. Por lo general, el trabajo o la carrera son la número uno, la
familia es la segunda y Dios es la tercera o incluso la cuarta, detrás de una
obsesión con deportes o algo similar. Hágase esta pregunta: Si Dios fuera a
darle una oportunidad para hacerle una petición, ¿cuál sería? ¿Le pediría
dinero? ¿Poder? ¿Fama? ¿Éxito? Salomón pidió sabiduría, pero David pidió algo
diez mil veces más profundo – el pidió intimidad con Dios (Salmos 27:4). Y,
debido a que puso a Dios en primer lugar, él declara en Salmo 27 que no temía a
la vida (verso 1) o a la muerte (verso 13). Ésa es también la razón por la cual
es recordado como el “varón conforme al corazón de Dios” (Hechos 13:22).
2. Permanezca en la Palabra
La Biblia dice que los tiempos del fin serán una era de engaño (Mateo
24:24; 1. Timoteo 4:1; 2. Timoteo 4:3-4). En cumplimiento de esa profecía, hoy
estamos siendo bombardeados con falsos pero seductores sistemas religiosos
ofrecidos por los mismos cultos cristianos, religiones 0rientales y el
Movimiento de la Nueva Era.
La mayoría de los cristianos profesantes son presa fácil para el engaño
espiritual debido a que el cristiano promedio no está seguro de lo que cree. E
incluso cuando es capaz de articular una creencia, normalmente no sabe por qué
la cree. El resultado es que un Testigo de Jehová puede convertir a un
cristiano promedio en dos minutos.
Cualquiera puede ser engañado. Si va a protegerse a sí mismo contra el engaño,
debe penetrar profundamente en la Palabra de Dios y permanecer en ella
diariamente. Además, debe probar todo por la Palabra (1 Juan 4:1). Para los
católicos, esto significa descartar doctrinas como el purgatorio y limbo, que
no tienen ningún fundamento en absoluto en la Palabra. Para los protestantes,
significa estar alertas a la torcedura de las Escrituras o a la manipulación de
versículos fuera de su contexto. En cada doctrina, la Biblia necesita ser
investigada desde Génesis hasta Apocalipsis, para ver lo que se dice sobre el
tema en particular.
3. Crea en el
Poder de Dios
Estoy convencido que la mayoría de los cristianos profesantes son deístas. Un
deísta es una persona que cree en un dios impersonal que nunca interviene en
los asuntos humanos. Según el Deísmo, se supone que debemos hacer frente con
nuestra razón dada por dios, nuestros talentos y la sabiduría de las
Escrituras. En cuanto al deísta se refiere, al final del Siglo I, Dios se retiró,
lo sobrenatural cesó y la edad de los milagros llegó a su fin. Pero las
Escrituras hebreas enseñan que Dios nunca cambia (Malaquías 3:6). Y el Nuevo
Testamento declara específicamente que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy,
y por los siglos” (Hebreos 13:8). No hay forma que podamos afrontar el mal
de la sociedad de los tiempos del fin con nuestra propia fuerza. Cualquiera que
intente hacerlo será derrotado. Nuestra única esperanza es acudir a Dios quien
está sano y salvo, quien aún está en el Trono, quien oye y responde las
oraciones y quien aún realiza milagros.
Debemos
darnos cuenta que la Biblia enseña que podemos limitar a Dios por nuestra
incredulidad. Esto es una gran paradoja. Piense en ello – a pesar de que Dios
es todopoderoso (Lucas 1:37), nosotros que somos impotentes en comparación
podemos, no obstante, limitar Su poder por nuestra incredulidad (Marcos 6:1-6).
Eso es debido a que Dios es un caballero. El no se impone a Sí mismo sobre
nosotros. Si queremos intentar hacer frente por nuestra cuenta, El nos dejará.
El responde cuando nos acercamos a Él en fe (Santiago 1:6).
4. Persista en la Oración
Una de las mayores bendiciones que Dios les ha dado a los creyentes es la
comunicación sobrenatural. Dios nos cuida personalmente (1 Pedro 5:7), y desea
comunicarse con nosotros (Santiago. 4:8). Debido a que nos ama, Él desea
fervientemente nuestra compañía (Juan 4:23). La tragedia es que la mayoría de
los cristianos profesantes parecen estar inclinados a acudir a la oración como
un último recurso – sólo cuando todo lo demás ha fallado y la situación se ha
vuelto desesperada. Algo de esta renuencia a buscar a Dios en oración es debido
al orgullo, y por eso, las Escrituras nos exhortan continuamente a humillarnos
a nosotros mismos (1 Pedro 5:6). Otros fallan en depender de la oración
debido a la incredulidad. Piensan que a Dios no le importa o sino piensan que
ya no está activo en la historia.
Pero la Biblia dice que “no tenemos porque no pedimos” (Santiago 4:2).
¿Cuántas bendiciones de Dios ha dejado en la mesa debido a que intentó manejar
sus problemas usted mismo? La Biblia también dice que “las oraciones del
justo pueden mucho” (Santiago 5:16). ¿Interpreta que esto significa que el
poder de sus oraciones depende de su rectitud? Eso no es lo que significa. Si
usted es realmente un nacido de nuevo, entonces es una persona justa porque
usted está vestida con la justicia de Jesús (Isaías 61:10).
5. Dependa del Espíritu Santo
La mayoría de los cristianos profesantes parecen tener miedo del Espíritu
Santo. Esto es debido usualmente a la falta de conocimiento con respecto al
Espíritu. Por ejemplo, hay una tendencia a desestimar al Espíritu Santo como
alguna clase de fuerza impersonal – como “La Fuerza” en Las Guerras de las
Galaxias.
Necesitamos entender que el Espíritu Santo es una Persona. Él es la presencia
sobrenatural de Dios en el mundo hoy. El realiza una doble función. Para el
incrédulo, Él es el Evangelista de Dios. Él es el que obra en los corazones
humanos para atraerlos a la Cruz en arrepentimiento. Nadie es salvado aparte
del testimonio del Espíritu (Juan 6:44, 65).
Con respecto al creyente, el Espíritu Santo es la presencia de Dios que mora en
nosotros para proporcionarnos poder y orientación. El es nuestro Facultador. Es
también el Alfarero de Dios, porque una de sus responsabilidades básicas es
moldear cada día a los creyentes más plenamente en la imagen de Jesús (2
Corintios 3:17:18).
Una de las ironías de la vida cristiana es que no podemos servir a Dios con
nuestra propia fuerza. Por el contrario, la única forma en la que podemos
servir efectivamente al Señor es dependiendo en el poder de Su Espíritu Santo,
que reside dentro de nosotros. Es posible apagar y contristar al Espíritu (1
Tesalonicenses 5:19; Efesios 4:30).
La Palabra nos llama a ser llenos del Espíritu (Efesios 5:18). Esto sólo puede
ocurrir si estamos dispuestos a liberar al Espíritu para que se convierta en el
Señor de nuestras vidas. La mayoría de nosotros estamos contentos con dejar que
el Espíritu sea un residente en nuestras vidas. El no quiere ser simplemente un
residente; El quiere ser el Presidente de nuestro corazón.
¿Es ése el caso en su vida? ¿Está el Espíritu Santo en el trono de su corazón?
¿O está siendo tratado como un huésped indeseable? No hay ninguna forma en la
que usted será capaz de resistir las presiones de la sociedad de los tiempos
del fin sin depender diariamente del poder del Espíritu de Dios.
6. Practique
una Fe Tenaz
La fe viene fácil cuando todo está yendo tranquilamente. Cuando hay buena salud
y prosperidad, es fácil alabar al Señor. La prueba de la fe viene cuando todas
las circunstancias de la vida se vuelven amargas.
Dios no les ha prometido a los creyentes un jardín de rosas. Vivimos en un
mundo caído. La lluvia cae sobre los justos y los injustos. Los malos
prosperan. La justicia rara vez prevalece.
Es fácil para
los justos desanimarse. Esto requiere la práctica de una fe dura – la clase de
fe que no depende de las circunstancias. Es la clase de fe que resiste cuando
las cosas se ponen duras debido a una creencia confiable que “a los que aman
a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).
Dios nunca promete que los creyentes serán inmunes al sufrimiento. Lo
que sí promete es que Él estará ahí para caminar con nosotros a través de las
pruebas. Promete estar junto a nosotros cuando “pases por las aguas” y “pases
por el fuego” (Isaías 43:2). Y Él declara que estará ahí cuando “ande en
valle de sombra de muerte” (Salmos 23:4). ¿Cuál es la calidad de su fe?
Cuando la vida se vuelve amarga, ¿se vuelve a Dios o lo cuestiona o aun lo
maldice? Una de las claves para mantenerse firme es aprender las promesas de la
Palabra de Dios (como Filipenses 4:6-7, 11-13, 19) y empezar a creerlas en
oración cuando nos enfrentemos a los desafíos de la vida.
7. Mantenga
una Perspectiva Eterna
Tenemos que estar en el mundo, pero no ser del mundo (Juan 17:11, 16). Ése es
un principio difícil de seguir, por eso no cualquier cristiano lo hace.
Constituye una lucha diaria. Es muy fácil quitar nuestros ojos del Señor y enfocarnos
en cambio en el mundo en el que vivimos. Las exigencias diarias son muy
apremiantes. Y una de las más grandes de estas exigencias es que nos
conformemos al mundo – al lenguaje, a la vestimenta, al entretenimiento y a los
valores del mundo.
Es por eso que somos exhortados constantemente en las Escrituras a
considerarnos como “peregrinos, apartados y extranjeros”, que sólo
estamos atravesando este mundo (Hebreos 11:13 y 1 Pedro 2:11). Se nos dice que
debemos “poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”
(Colosenses 3:2). Y se nos advierte a no enamorarnos nunca con el mundo o a
acomodarnos a él (Romanos 12:2 y 1 Juan 2:15-16). De hecho, Jesús dijo que
debemos “aborrecer nuestra vida en este mundo” (Juan. 12:25), y Su
hermano, Santiago, dijo, “la amistad con el mundo es enemistad contra Dios”
(Santiago 4:4).
¿Qué significa aborrecer al mundo? Significa que debemos aborrecer el maligno
sistema mundial que prevalece en la sociedad. Debemos aborrecer un sistema que glorifica
la violencia, robo, engaños e inmoralidad y que desprecia el valor de la vida.
Tal como C.S. Lewis una vez dijo: “Debemos vivir como comandos detrás de las
líneas enemigas, preparando el camino para la venida del Comandante en Jefe”.
En otras palabras, debemos vivir añorando el día cuando Jesús irrumpirá desde
los cielos para traer la paz, la rectitud y la justicia a la tierra.
8. Aguarde a Jesús
Esto nos
lleva a la directriz final que me gustaría enfatizar con respecto a cómo vivir
para Jesús en los tiempos del fin. La Biblia nos dice sin rodeos que debemos
vivir “aguardando a Jesús” (Tito 2:13). La mayoría de los cristianos
están tan atrapados en el mundo, que viven pensando acerca de cualquier cosa,
menos en el regreso de Jesús. Ésta es una situación triste porque el regreso de
Jesús es nuestra “bienaventurada esperanza” (Tito 2:13). Y Su regreso es
inminente.
Otro problema es que la mayoría de los cristianos conocen tan poco acerca de la
profecía bíblica que no pueden emocionarse acerca del regreso del Señor. ¿Cómo
puede emocionarse acerca de un evento acerca del que no sabe nada? La
ignorancia produce apatía. Y la apatía acerca del regreso del Señor tiene
consecuencias trágicas. Nos roba una perspectiva eterna y destruye cualquier
sentido de urgencia acerca de alcanzar a las almas perdidas. También socava una
poderosa motivación para vivir en santidad.
Verá, cuando una persona llega a creer realmente que Jesús va a regresar y que
lo puede hacer en cualquier momento, esa persona estará motivada hacia la
santidad y el evangelismo. Con respecto a la santidad, el apóstol Juan lo dijo
de esta manera: “Sabemos que cuando El se manifieste [el Rapto], seremos
semejantes a Él [glorificados]…Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él,
se purifica a sí mismo, así como Él es puro” (1 Juan 3:2-3). Con respecto
al evangelismo, Pedro escribe que la única razón por la que Jesús no ha
regresado aún es debido a que “Dios no quiere que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
Un Espejo Espiritual
Pablo nos proporciona un espejo espiritual para la conducta en los tiempos del
fin. Dice que debemos “renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y
vivir en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo” (Tito 2:12-13)
Cuando usted mira este espejo, ¿qué es lo que ve?
♦ ¿Está
caminando en el centro de la voluntad de Dios?
♦ ¿Ha
ordenado sus prioridades para poner a Dios en primer lugar?
♦ ¿Está
permaneciendo en la Palabra de Dios, probando todo por medio de ella?
♦ ¿Cree
en un Dios personal, bondadoso y todopoderoso que escucha y responde las
oraciones y que aún hace milagros?
♦ ¿Está
dependiendo diariamente del poder del Espíritu Santo?
♦ ¿Está
practicando una fe resistente, negándose a permitir que las calamidades de la
vida le abrumen?
♦ ¿Está
manteniendo una perspectiva eterna, negándose a acomodarse a este mundo?
♦ ¿Está
aguardando a Jesús diariamente?
♦ ¿Está
el Rapto en su corazón?
♦ ¿Está
la palabra “Maranatha” en sus labios?
¡Piense y cambie sus actitudes!