jueves, 25 de julio de 2013

LOS ANIMALES DESDE EL PUNTO DE VISTA BÍBLICO

¿Le importan a Dios los animales?


Es triste ver tanta ignorancia sobre este tema en tanta gente y lo más triste es ver gente que se llama “cristiana” que también forman parte de la ignorancia. Leen y no entienden las Escrituras (La Santa Biblia), no disciernen, porque son insensibles, tienen el entendimiento entenebrecido y están llenos de su carnalidad e intereses propios, al grado que no pueden distinguir la verdad de la mentira, ni los propósitos de Dios.

LA VIDA animal corre peligro. Muchos científicos creen que las especies se están extinguiendo a un ritmo muy acelerado, una de las trágicas consecuencias de la invasión humana. A este sombrío panorama se suman la producción industrial de alimentos, los deportes crueles y el insensible abandono de mascotas.
Algunos opinan que este es el precio inevitable que hay que pagar por el progreso. Pero ¿es eso lo que Dios quería? ¿Ha abandonado él a los animales para que sufran a manos del hombre? ¿Cómo sabemos que le importan?

Interés evidente desde el principio
Tras crear los peces, las aves y los animales terrestres, Dios se manifestó muy complacido: “Llegó a ver que TODO era bueno”, afirma la Biblia (Génesis 1:21, 25). Tales criaturas, desde la más pequeña hasta la más grande, eran objeto de su interés y amor. Él no solo las hizo “instintivamente sabias”, sino que les dio lo necesario para que medraran en su ambiente. Como bien dijo un escritor: “Todos LOS ANIMALES te siguen esperando para que les des su alimento a su tiempo. Lo que les das, ellos lo recogen. Abres tu mano... se satisfacen con cosas buenas” (Proverbios 30:24; Salmo 104:24, 25, 27, 28).  


Dios sometió los animales, que carecen de razón y espiritualidad, al dominio del primer hombre (2 Pedro 2:12; Judas 19). Adán, por su parte, fue hecho “a la imagen de Dios”, con capacidad para reflejar la personalidad de su Creador, por lo que constituía una forma de vida superior (Génesis 1:27; Salmo 83:18). Pero esta superioridad no les daba a los humanos licencia para ejercer autoridad sobre los animales a su antojo.

Por ejemplo, si Adán empezó a ponerles nombre a los animales, fue porque Jehová le concedió ese privilegio; además, él lo ayudó trayéndole los animales para ver cómo los llamaría (Génesis 2:19). Solo siguiendo la guía divina podría el hombre cumplir la misión de cuidar de los animales.

¡Claro que le importan!
Lamentablemente, Adán se rebeló contra su Creador con consecuencias devastadoras para la familia humana y todas las demás formas de vida en la Tierra. Aun así, Dios dejó claro cómo había de tratarse a los animales. Aunque después permitió que el hombre los utilizara con fines alimenticios y otros fines prácticos, nunca aprobó el trato despiadado. La Biblia dice: “El justo está cuidando del alma de su animal doméstico, pero las misericordias de los inicuos son crueles” (Proverbios 12:10).
Dios dio a la nación de Israel leyes que se ocupaban del bienestar de los animales. El establecimiento del sábado como día semanal de descanso también los beneficiaba a ellos porque podían reposar (Éxodo 23:12). Es significativo que aun cuando no estaba permitido realizar ningún trabajo ese día sagrado, sí había que socorrer a cualquier animal que estuviera en apuros (Lucas 14:5). Dios también indicó que no se debía impedir que un buey comiera mientras trillaba el grano, y a las bestias de carga no se las debía sobrecargar (Éxodo 23:5; Deuteronomio 25:4). Asimismo, estaba prohibido atar al yugo un buey y un asno para evitar que uno de los dos se lastimara (Deuteronomio 22:10). La Biblia enseña, pues, que hay que tratar a los animales con consideración, respeto y compasión.  

Mucha gente solo vela por sus intereses y es indiferente al daño que pueda causar a los animales, pero Dios se compadece de ellos. Cuando la gente de Nínive se arrepintió y se libró del castigo divino, el profeta Jonás no reaccionó de manera compasiva. Jehová, por su parte, le dijo: “¿No debería yo sentir lástima por Nínive la gran ciudad, en la cual existen más de ciento veinte mil hombres que de ningún modo saben la diferencia entre su mano derecha y su izquierda, además de muchos animales domésticos?” (Jonás 4:11). En efecto, el Creador se apiadó hasta de los animales.

Su futuro está asegurado
Queda claro que Dios no es insensible al trato que se da a los animales. Su amado Hijo, Jesús, dijo que ni un gorrión cae a tierra sin el conocimiento de su Padre (Mateo 10:29). Por el contrario, los humanos no comprenden plenamente el efecto de sus actos en el medioambiente, aunque tengan las mejores intenciones. Para que haya un sistema de administración que proteja la fauna y la flora, tiene que darse primero un cambio en el modo de pensar de la humanidad.

Felizmente, la Biblia habla del tiempo en que bajo el Reino de Dios, “la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová” (Isaías 11:9). Así, las personas obedientes contarán con la preparación necesaria para administrar bien la Tierra. La influencia del Creador garantizará la convivencia armoniosa entre el hombre y las bestias, restaurando las condiciones que existían originalmente.
La Biblia describe con estas palabras la transformación que tendrá lugar: “El lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado”. ¡Qué perspectiva tan gloriosa se ofrece ante nuestros ojos! (Isaías 11:6-8.)

¿SE LO HA PREGUNTADO?
● ¿Le importa a Dios el trato que se dé a los animales? (Proverbios 12:10; Mateo 10:29.)
● ¿Podrán el hombre y los animales convivir en completa armonía? (Isaías 11:6-9.)


miércoles, 3 de julio de 2013

CRISTIANISMO SIN SANGRE

Mateo 24:37  Mas como en los días de Noé,  así será la venida del Hijo del Hombre.

Estamos por presenciar el acontecimiento más maravilloso e impactante de los últimos dos mil años: el regreso de Jesucristo.

Los cristianos de todos los tiempos han anhelado el retorno de nuestro amado Salvador.  Han pasado casi veinte siglos desde que el Hijo de Dios se encarnó naciendo de una virgen, murió pagando nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.
Nuestro Señor nos anunció que un día volverá a la tierra. Pero, además, nos describió detalladamente cómo serán los días previos a su regreso.  Aquí algunas características de tales días:

- Falsos profetas engañarán a muchos.
- Habrá guerras.
- Se padecerá hambre.
- Terremotos azotarán la tierra.
- Habrá desórdenes climáticos.
- Se habrá multiplicado la maldad.


Es evidente que muchos de estos signos se han cumplido ya.  Jesús lo anunció comparando a nuestra generación con la de una época remota:

Mateo 24:37  Cuando yo, el Hijo del hombre, venga otra vez, la gente estará viviendo como en la época de Noé.    Biblia en Lenguaje Sencillo (BLS). 

¿Quién era Noé?

Noé era hijo de Lamec, del linaje de Set.  En Génesis 6:9 se nos informa que Noé era un varón justo y perfecto, es decir, un hombre recto, íntegro y sin tacha, que siempre vivió en comunión íntima con Dios, a´çun en medio de la corrupción moral de su generación. Este versículo remata con información concisa y contundente: “con Dios caminó Noé”.

Génesis 6:9 Esta es la historia de la vida de Noé. Él era un hombre justo y honesto entre la gente de esa época, y vivía de acuerdo a la voluntad de Dios.

Noé, de cuatrocientos ochenta años, fue avisado por Dios sobre Su inminente juicio a los habitantes de la tierra, para entonces llenos de violencia. Dios destruiría a los impíos de la faz de la tierra con un diluvio, pero antes daría ciento veinte años de gracia, tiempo durante el cual Noé debía construir un arca en la que se salvarían él y su familia.

Durante todos estos años Noé se dedicó a predicar, aunque sin éxito pues no hubo arrepentimiento.  Así, llegó el tiempo anunciado: Dios destruyó a toda la humanidad, excepto a Noé junto con sus tres hijos varones y las esposas de todos ellos.

Hebreos 11:7  Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían,  con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo.

Dios ciertamente trae juicio, pero siempre ha advertido sobre ello para que el ser humano proceda al arrepentimiento y sea salvo de Su ira.  Jesús hizo lo mismo: nos advirtió también, como en los días de Noé, que vendría el juicio definitivo de Dios sobre cada uno.

La Biblia nos muestra el estilo de vida de los contemporáneos de Noé.  Nos deja claro que practicaban deliberadamente el pecado, de tal modo que fueron degradándose, corrompiéndose y, con ello, alejándose cada día más de Dios.  Su maldad llegó al colmo, por lo que el Señor decidió borrar aquella generación perversa.  Eso mismo le sucederá a la última generación, entre la cual –todo indica- estamos viviendo.

¿Cómo eran los días de Noé?

Génesis 4:1-5 Conoció Adán a su mujer Eva,  la cual concibió y dio a luz a Caín,  y dijo:  Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel.  Y Abel fue pastor de ovejas,  y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo,  que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas.  Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya.  Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.

¿Qué observamos aquí?  Por un lado tenemos a un creyente genuino en la persona de Abel y, por el otro, a un creyente falso en Caín.  Vemos una profesión de fe genuina en Abel y una falsa en Caín, lo que nos muestra cómo, desde los albores de la humanidad, crecen juntos el trigo y la cizaña.  Los dos hicieron ofrendas a Dios.  Mucho tiempo después el escritor de Hebreos recoge la actitud con la que tales ofrendas fueron hechas.

Hebreos 11:4  Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín…

Si ambos, Caín y Abel, hicieron ofrendas a Dios, ¿por qué la de Abel fue mejor? ¿Por qué Dios rechazó la ofrenda de Caín? Por la fe.  El término original traducido como Fe en Hebreos 11 es el griego pistis que significa total confianza en Dios para salvación.

En su epístola, Santiago nos habla de una fe que no salva:

Santiago 2:19  Tú crees que Dios es uno;  bien haces. También los demonios  creen, y tiemblan
La palabra expone, así, que hay creyentes con una fe que no salva, la cual es igual a la fe de los demonios.  Es decir, creen en el sentido de que no son ateos:

Tito 1:16  Profesan conocer a Dios,  pero con los hechos lo niegan,  siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.

Tito 1:16 Dicen que conocen a Dios, pero todo lo malo que hacen demuestra que no lo conocen. Son muy malos, se niegan a obedecer y no son capaces de hacer nada bueno.

Para entender la diferencia entre el sacrificio acepto y el rechazado, recordemos a Adán y a Eva después de haber pecado: se vieron urgidos a tapar su desnudez con hojas de higuera.  Esto indica que Adán usó sus propios métodos y recursos para que Dios lo aceptara.  Junto con su mujer, Adán inventó su propia forma de acercarse a Dios.  El Señor por su parte rechazó su pecado y los vistió con pieles de animales, es decir, tuvo que sacrificar víctimas inocentes y derramar sangre para cubrirlos.  Así aplicó su justicia y rechazó la justificación humana. La sangre de esos animales inocentes señalaban a Cristo, el Cordero de Dios, cuya sangre sin contaminación de pecado limpiaría los nuestros con el único requisito de que el ser humano creyera en el sacrificio de Cristo.  Queda claro que, desde el principio, Dios nos enseñó que había que derramar sangre inocente a causa de nuestros pecados, con tal de limpiarnos.

Lucas 22:20 Después que hubo cenado,  tomó la copa,  diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que  por vosotros será derramada.

La ofrenda de Abel, esto es “lo mejor del ganado”, habla de su convicción de pecado.  Este varón sabía, seguramente por boca de su padre Adán, que la única manera de acercarse a Dios era derramando sangre.  Abel, convencido de su propia maldad, se humilló ante Dios y demostró una genuina fe en Él cuando le rindió ofrenda.  Dios lo aceptó.
Caín, por su parte, no tenía convicción de pecado, nunca reconoció su condición delante de Dios ni se humilló.  Así, hizo a un lado la única oportunidad de ser aceptado por Dios, esto es, derramando sangre.  Así, Caín nunca fue limpiado por la sangre aunque decía creer en Dios.  Por lo contrario, este hombre inventó su propio método para acercarse a Dios, cambiando la ofrenda de sangre por un plato de frutos de la tierra.  Dios lo desechó.

Esto retrata la condición de los primeros días de la humanidad.  Son los días de Noé.  Mas, ¿cómo son los días en nuestra generación?

Nuestros días: iguales a los de Noé (el que oiga, entienda).



Hoy por hoy, miles de personas  dicen creer en Dios, van a la iglesia, pero no han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo.  Viven, pues, un cristianismo sin sangre: fueron “atraídos” a Cristo sin arrepentimiento, creyeron que si “aceptaban a Cristo” se resolverían todos sus problemas, su negocio prosperaría y su matrimonio se salvaría.  Vinieron tras él por las ofertas, mas nunca fueron lavados por Su sangre.

A éstos nunca les dijeron que es necesario arrepentirse y nacer de nuevo.  Tampoco les informaron que sin santidad nadie verá al Señor.  Les fue presentado un cristianismo sin Cristo, una salvación sin arrepentimiento y una regeneración sin la sangre preciosa del Señor.  Y qué pena, porque muchos que están en tal condición creen que son cristianos, mas no han experimentado la verdadera vida nueva en Cristo.

¿Puede alguien ser cristiano sin arrepentirse realmente de sus pecados y sin ser lavado con la Sangre del Cordero de Dios?  La respuesta es un rotundo no.  Éstos siguen a otro Jesús, el que retrata la pantalla de Hollywood, “el Jesús que “está chido”, el que es “la onda”, el Jesús de la súper gracia. Viven, así, un cristianismo “cool”, una mera moda en la que hasta el diablo podría hacerse llamar cristiano.



Qué pena: han seguido a Cristo porque se los han presentado rodeado de motocicletas, patinetas y autos de colección, en medio de actos circenses, emocionantes conciertos y brevísimos mensajes de un evangelio diluido que no causa el menor dolor por el pecado y que por su comodidad todo el mundo acepta.



¿Y el Evangelio de la Cruz? Hoy se ha vuelto el evangelio del crucero (¿o cruz cero?) por el Caribe, animado por predicadores convertidos en humoristas y motivadores y amenizado por cantantes que endulzan el oído susurrando que Dios nos ama pero incapaces de llamar al arrepentimiento.  Es éste un cristianismo sin sangre.  


Engañadas, estas personas componen las multitudes que llenan iglesias y estadios para participar en el nuevo show del milagrero de moda, en gira por las naciones. ¡Avivamiento!, gritan a los cuatro vientos, pero no están lavados con la sangre del Cordero de Dios.  Le cantan al Señor cuando ni siquiera han nacido de nuevo.  Cristianismo sin sangre.

Los últimos datos indican que en el mundo hay 6 mil 700 millones de personas, de las cuales un 20%, esto es 1340 millones, no creen en Dios; y un 80%, esto es 5 mil 360 millones, creen en Dios.  Estos últimos están repartidos en muchas religiones, de las cuales hay tres sobresalientes: el cristianismo, el islamismo y el hinduismo. Unos 2 mil millones de seres humanos declaran ser cristianos.  Mas ¿cuántos están realmente lavados con la sangre de Cristo, cuántos han nacido de nuevo? 

En el México de 2009 vivimos alrededor de 110 millones de personas, de las cuales se calcula que 94 millones son católicos.  Entre el 12 y el 15% declaran ser cristianos no católicos, esto es, unos 16 millones.  En este último grupo se incluyen los mormones, los seguidores de La Luz del Mundo y los cristianos evangélicos entre otros.  Nuestro estado, Jalisco, tiene 7 millones de habitantes, de los cuales apenas el 1% profesa ser evangélico, esto es, unas 70 mil personas.  De este grupo, ya en sí muy pequeño, ¿cuántos serán realmente lavados por la Sangre de Cristo?  Es probable que muy pocos.



Nuestro país vive  periódicamente actos multitudinarios de fe.  La visita al santuario de la Virgen de Guadalupe registra 5 millones de peregrinos, mientras la peregrinación al santuario de la Virgen de Zapopan se compone de unos dos mil romeros.  Son muchas personas, mas ¿será esta manifestación masiva un signo de avivamiento?  Claramente, no: también es parte de un cristianismo sin sangre y sin Cristo, tal como el que se vivía en los días de Noé.

¿Cómo obró finalmente Caín?

Creo que está claro: Caín obró como lo que siempre fue: un no nacido de Dios. ¡Y sin embargo él creía y ofrendaba a Dios!

Génesis 4:6-8  Entonces Jehová dijo a Caín:  ¿Por qué te has ensañado,  y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres,  ¿no serás enaltecido?  y si no hicieres bien,  el pecado está a la puerta; con todo esto,  a ti será su deseo,  y tú te enseñorearás de él. Y dijo Caín a su hermano Abel:  Salgamos al campo.  Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel,  y lo mató.

Génesis 4:6-7  Entonces el Señor le dijo: “¿Por qué te enojas y pones tan mala cara? Si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él.”

Aquí hay que apuntar que la única manera de dominar al pecado es mediante el arrepentimiento y la conversión a Cristo.

Gen 4:8  Un día, Caín invitó a su hermano Abel a dar un paseo,y cuando los dos estaban ya en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

¡Caín, el primer homicida en la historia es, apenas, el tercer ser humano que pisó la faz de la tierra!  Éste era, evidentemente, hijo de la naturaleza caída de Adán, mas de ninguna manera era un hijo de Dios.  Así que Caín sólo dio los frutos de su naturaleza, la de uno que no ha nacido de nuevo, aún cuando se manifestara creyente al ofrecerle algo a Dios.  Queda claro desde el principio: nadie puede dar un fruto ajeno a su naturaleza.

Juan 8:34  Jesús respondió:  De cierto,  de cierto os digo,  que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

2 Pedro 2:22  Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio:  El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.

2 Pedro 2:22 Con esa gente se cumple lo que dice el dicho: “El perro que vomita, regresa a su mismo vómito”, y: “Aunque se lave al cerdo, irá de nuevo a revolcarse en el barro”.

Juan 16:2  Viene la hora cuando cualquiera que os mate,  pensará que rinde servicio a Dios.

Juan 8:44-45  Vosotros sois de vuestro padre el diablo,  y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio,  y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él.  Cuando habla mentira,  de suyo habla; porque es mentiroso,  y padre de mentira. Y a mí,  porque digo la verdad,  no me creéis.


Defendamos la pureza del Evangelio y cuidémonos de los falsos cristianos.

Atendamos lo que Dios le inspiró a Judas a escribir en su epístola:

Judas 1:3-4  Amados,  por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación,  me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado ¨encubiertamente¨,  los que desde antes habían sido destinados para esta condenación,  hombres impíos, que convierten en ¨libertinaje la gracia de nuestro Dios¨, y niegan a Dios el único soberano,  y a nuestro Señor Jesucristo.

Judas 1:11-13  ¡Ay de ellos!  porque han seguido el ¨camino de Caín¨, y se lanzaron por¨ lucro¨ en el error de Balaam, y perecieron en la ¨contradicción¨( rebeldía) de Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua,  llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales,  sin fruto,  dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar,  que espuman su propia vergüenza;  estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

Judas 1:17-19  Pero vosotros,  amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían:  En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus  malvados deseos. Estos son los que causan divisiones;  los sensuales,  que no tienen al Espíritu.

Leámoslo ahora de la muy recomendable y esclarecedora versión Palabra de Dios para Todos:

Judas 1:3-4  De verdad he querido escribirles acerca de la salvación que compartimos. Pero ahora siento la necesidad de escribirles sobre otro asunto: les ruego que sigan luchando por la fe que Dios una vez le dio a su pueblo santo. Pues hay unos  que se han metido secretamente entre ustedes; de ellos ya se ha dicho en las Escrituras que van a ser condenados. Están en contra de Dios, toman el generoso amor de Dios como excusa para justificar su conducta inmoral y niegan a Jesucristo, nuestro único Dueño y Señor.

Judas 1:11-13 ¡Pobres de ellos! Se fueron por el mismo camino de Caín. Por conseguir dinero se van por el camino equivocado como Balaam y hablan contra la autoridad y son destruidos como le pasó a Coré. Esa gente es un peligro para ustedes en sus reuniones fraternales. Sólo vienen a  comer y a divertirse sin tener ningún respeto a Dios. Son como nubes sin agua que arrastra el viento y como árboles que ya deberían dar fruto pero no lo dan. Porque están completamente muertos, así que serán arrancados de raíz. Son como fuertes olas del mar que producen mucha espuma. Ellos cometen acciones vergonzosas como las olas producen espuma. Son como planetas que vagan en el cielo, en la más negra oscuridad.

Judas 1:17-19  Pero ustedes, queridos hermanos, recuerden las palabras que antes dijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Ellos continuamente les decían: “En los últimos tiempos, habrá algunos que se burlarán de Dios y vivirán conforme a sus malos deseos”. Esos son los que causan división, viven de acuerdo a los instintos naturales y no tienen el Espíritu.

Es un hecho: hoy por hoy, muchos pastores están desconcertados porque encuentran que sus iglesias están llenas de adulterio, fornicaciones, fraudes, pleitos, rebeldía y un largo etcétera relacionado con frutos de maldad.

Aquí surge una pregunta fundamental para los pastores: ¿están pastoreando ovejas o cabritos? ¿Sus congregantes están lavados por la Sangre de Cristo? ¿Son como Abel, o son como Caín?

Y más aún, vamos a la raíz de este asunto, a lo que hace la diferencia:


¿El evangelio que predicas está empapado en la Sangre de Cristo? ¿Llamas al arrepentimiento o atraes a la gente al entretenimiento? ¿Predicas un cristianismo sin sangre?  O, peor aún, ¿vives un cristianismo sin sangre?