Después de la mesa de los panes de la proposición, sigue el candelero. El altar del incienso, aunque pertenece al lugar santo, se omite aquí, porque era uno de los enseres de acercamiento más que de exhibición; y, como ya se señaló, todo lo relacionado con la manifestación de Dios nos es presentado antes que se describa lo que se necesitaba para venir a Su presencia. A menos que esta distinción se tenga en mente, en lugar del orden y el método, todo parecerá estar en confusión.
"Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte." (Éxodo 25: 31-40).
Ante todo, tenemos la forma del candelero. Si la descripción se lee cuidadosamente, se verá que el candelero tenía siete brazos; es decir, un pie (una caña) central con tres brazos saliendo de ambos lados. (Véase Éxodo 25: 31, 32, también Éxodo 37: 17, 18). Había, por tanto, siete lámparas sobre un único candelero. El número siete juega siempre una parte importante en su ornamentación. Había "Tres copas en forma de flor de almendro" en cada uno de los seis brazos (Éxodo 25:33), y "en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro" (versículo 34); es decir, en el pie (o caña) central del que brotaban los brazos. El número siete es, de este modo, una marcada característica.
La siguiente cosa a ser considerada es el material del cual estaba hecho, y el carácter de su luz. Tal como en el propiciatorio, igualmente en el candelero, no había nada más que oro puro (versículo 31). En su estructura no se encuentra madera de Sittim (especie de acacia) alguna, y de ahí que por ello no se prefigure nada humano. Todo es divino. De Éxodo 27 entendemos que la luz era alimentada por "aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas." (Éxodo 27:20). En las Escrituras, el aceite es siempre un símbolo del Espíritu Santo. De este modo, el apóstol dice de los creyentes, "vosotros tenéis la unción del Santo" (1ª. Juan 2:20); y Pablo habla del hecho de que nosotros hemos sido ungidos (2ª. Corintios 1:21). Colocando, por tanto, estas tres cosas juntas en su significado típico —el número siete, el oro, y el aceite— el resultado es que la significancia del candelero es: Luz divina en su perfección en el poder del Espíritu. Es Dios dando la luz del Espíritu Santo, y esto se exhibe en que es siete veces perfecta. Al dirigirse a la Iglesia en Sardis, el Señor habla como teniendo "los siete Espíritus de Dios"; es decir, el Espíritu en Su perfección (tal como lo indica el número siete) y energía (Apocalipsis 3:1 – RVA); y leemos también acerca de "siete antorchas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios." (Apocalipsis 4:5 – RVA).
¿Cuál entonces, se puede inquirir, era el propósito del candelero? Parecería haber sido un doble propósito. Primeramente, estaba situado en el lugar santo "enfrente de la mesa" (Éxodo 26:35; Éxodo 40:24). De este modo estaba en el lado opuesto a ella, y proyectaba su luz sobre la mesa de los panes de la proposición. Se puede inferir, por tanto, que este era el objeto de estar situado así. Ahora bien, la mesa de los panes de la proposición simboliza, tal como se explicó en el capítulo anterior, la manifestación de Dios en el hombre (Cristo) en perfección de gobierno administrativo; y los doce panes (o tortas) sobre la mesa representan a Israel, y también, en cuanto a principio, a los creyentes de esta dispensación (época), asociados con Cristo delante de Dios. Entonces, la luz del candelero resplandeciendo sobre la mesa es el Espíritu Santo rindiendo testimonio a la exhibición futura de la perfección administrativa en Cristo, cuando Él habrá asumido Su poder, y reinará "desde el rio hasta los confines de la tierra" (Salmo 72:8); y rindiendo igualmente testimonio al verdadero lugar de Israel en relación con Cristo delante de Dios. Estas verdades pueden ser obscurecidas u olvidadas en la tierra, pero allí, en el lugar santo ante los ojos de Dios, son mostradas plenamente, y exhibidas por la luz perfecta del Espíritu. Pero, en segundo lugar, la luz era para la iluminación del propio candelero. "Habló pues YAHWEH con Moisés, diciendo: Habla a Aarón y dile: Cuando encendieres las lámparas, han de alumbrar las siete lámparas hacia la parte de enfrente del candelabro. Y Aarón lo hizo así; encendió las lámparas de modo que alumbrasen hacia la parte de enfrente del candelabro, como YAHWEH había mandado a Moisés." (Números 8: 1-3; VM). Es decir, la irradiación de la luz del Espíritu Santo revela las bellezas del utensilio (o lo hermosea) a través del cual ella es mostrada.
Una ilustración perfecta de esto se ven la transfiguración de nuestro bendito Señor, cuando, como leemos, "resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz." (Mateo 17:2). Siempre fue así, a lo largo de toda Su senda bendita, para aquellos cuyos ojos eran abiertos (véase Juan 1:4; Juan 2:11); pero en el monte, Su belleza fue mostrada manifiestamente. Así también en el caso de Esteban. Leemos que era "varón lleno de fe y del Espíritu Santo", y que "todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel." (Hechos 6: 5, 15). Es así con cada creyente en la medida que la luz del Espíritu Santo —Cristo, de hecho, resplandece a través de su andar y su manera de vivir.
Pero se puede preguntar adicionalmente, ¿Qué responde en la tierra a la luz perfecta del Espíritu simbolizada por el candelero de siete brazos en el lugar santo? Cristo, cuando estuvo aquí, respondió perfectamente a ello. Él fue así la luz de los hombres, la luz del mundo, etc. (Juan 1:4; Juan 8:12).
Nunca, ni por un momento, la luz del Espíritu se obscureció en Él; resplandeció pura y constantemente, iluminando las tinieblas, a través de las cuales Él pasó, con su resplandor bendito, y dador de vida, a través de Su vida completa. Él fue un vaso perfecto. Después de Su partida de esta escena, y Su ascensión, la iglesia fue constituida como portadora de luz. (Apocalipsis 1:20). Ese es su carácter, no obstante lo grave de su fracaso —un fracaso que resultará, finalmente, en su absoluto rechazo como vaso de testimonio en la tierra. (Véase Apocalipsis 3:16). El creyente individual responde a ello también, en la medida que presente a Cristo en su andar y modos de obrar. Pablo escribe así a los Filipenses, "Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo." (Filipenses 2: 14, 15).
Es interesante, también, observar de qué manera era mantenida la luz. "Habló YAHWEH a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que te traigan para el alumbrado aceite puro de olivas machacadas, para hacer arder las lámparas continuamente. Fuera del velo del testimonio, en el tabernáculo de reunión, las dispondrá Aarón desde la tarde hasta la mañana delante de YAHWEH; es estatuto perpetuo por vuestras generaciones. Sobre el candelero limpio pondrá siempre en orden las lámparas delante de YAHWEH." (Levítico 24: 1-4; también Éxodo 27: 20, 21). En primer lugar, los hijos de Israel debían traer el aceite puro de olivas. Esto señalará a la responsabilidad del pueblo de
Dios en la tierra, el vaso en el cual se debía mostrar —Israel en aquel entonces, la iglesia ahora. Aarón debía disponer las lámparas. Mediante esto se enseña que la luz del Espíritu, en su exhibición, puede ser mantenida sólo por el cuidado y la intercesión sacerdotal de Cristo. Él solo podía usar "susdespabiladeras y sus platillos", ya que ambos igualmente estaban hechos de oro puro (Éxodo 25:38). Cada rayo de luz que resplandece abajo, sea a través de la iglesia o del creyente individual, no es sino la respuesta a Su obra sacerdotal. Con relación a esto, se puede observar que el aceite puro de olivas debía ser "batido" para el alumbrado. (Éxodo 27:20 – VM), y que el candelero mismo debía ser "labrado a martillo". (Éxodo 25:31 – VM). Esto debe apuntar al hecho de que la intercesión de Cristo se fundamenta sobre la eficacia de Su obra en la cruz, representando, el término "batido", Sus sufrimientos, por cuyas heridas somos sanados.
Por último, tomen nota da la duración de la luz. Debía ser "desde la tarde hasta la mañana" (Éxodo 27:21; Levítico 24:3). La lámpara es para la noche; y durante toda la noche de incredulidad de Israel, hasta que el día amanezca, y las sombras huyan, el candelero debe estar dispuesto delante de YAHWEH. El testimonio del verdadero lugar de ellos es mantenido durante toda los años agotadores de las tinieblas de su incredulidad por la intercesión de Aquel que rechazaron y crucificaron. Pero al final, Él mismo será para ellos "como la luz de la mañana cuando se levanta el sol; de una mañana sin nubes, cuando por el brillo tras la lluvia, crece la hierba de la tierra." (2º. Samuel 23:4 – VM). La esperanza del cristiano es más inmediata; ya que "la noche está avanzada, y se acerca el día." (Romanos 13:12). Pero mientras esperamos, ¡que nuestras lámparas —alimentadas con el aceite verdadero, y dispuestas continuamente delante del SEÑOR — puedan resplandecer siempre con más intensidad hasta el regreso del SEÑOR!