lunes, 23 de diciembre de 2013

NAVIDAD… TRADICIÓN O REALIDAD:

Nuestra cultura, en todos sus aspectos, está profundamente arraigada en las creencias, normas y tradiciones cristianas. Quizá no nos demos cuenta de esto si nunca hemos pasado tiempo en algún país de cultura islámica, budista o hindú. Por eso, al acercarnos a la Nochebuena, el corazón palpita más fuerte, presintiendo momentos especiales: reuniones con la familia y los amigos, el intercambio de regalos, la sidra y el pan dulce.



Pero en realidad, ¿qué significa esta fiesta? La palabra misma lo dice: Navidad, Natividad, el nacimiento de un bebé, (Yeshua) Jesús, a quien nuestra cultura proclama como Señor y Salvador. Todos sentimos la importancia del momento, hasta los que apenas practican la fe cristiana.

Por todos lados vemos imágenes del bebé en un pesebre, de una mujer y un hombre que lo miran con ternura, de unos animales que mansamente los acompañan dentro de un establo pulcro y suavemente iluminado, de unos pastores y reyes. Sabiendo que este niño es el centro de la fiesta, nos inclinamos ante él.

Y luego, para muchos, quizá la mayoría… de vuelta a la sidra y el pan dulce.

La realidad bíblica es otra. Según las Sagradas Escrituras la historia de Jesucristo no empieza ni termina en Belén, tampoco nació el 25 de diciembre. Está presente desde el primer versículo de Génesis hasta el último del Apocalipsis. El apóstol san Juan, en su evangelio, lo define como el Creador del universo; y el mismo autor, en el Apocalipsis, lo presenta como el que presidirá el juicio final.

San Pablo, en su Carta a los Colosenses, dice esto acerca de Jesús (Yeshua): “Él es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, y para Él fueron hechas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él, (es un error decir que la creación fue para nosotros, cuando las Escrituras no dicen eso). Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la superioridad en todo, porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud. Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la Sangre de su cruz”.

San Lucas, en el Libro de los Hechos, añade: “Porque Él (Dios) ha establecido un día para juzgar al universo con justicia, por medio de un Hombre que Él (Yeshua) ha destinado y acreditado delante de todos, haciéndolo resucitar de entre los muertos”.

Según Jesús (Yeshua), Él es Dios mismo (“el que me ha visto, ha visto al Padre; El Padre y Yo somos una sola cosa”). De acuerdo con las Sagradas Escrituras, (Yeshua) (“Dios Salvador”), el Cristo (“el Ungido de Dios”), Emanuel (“Dios con nosotros”), es el Creador, el Sustentador, el Salvador, el Señor, el Juez. Tomando forma humana, nació, vivió, murió, resucitó, ascendió y vendrá nuevamente a juzgar y reinará por toda la eternidad.

Esta es la persona que honramos en las dos fiestas mayores del cristianismo: Navidad (Su nacimiento) y Pascua (Su muerte y resurrección). Todo esto lo puedo aceptar o rechazar; nadie me obliga a creerlo. Pero si me digo cristiano, debo abrirme los ojos a lo que supuestamente creo. Si el bebé en el pesebre no me es más que un adorno, si la cruz no me es más que un ornamento, debería pensar bien en si mis creencias religiosas son algo más que simplemente rituales estériles y tradiciones huecas.

Que esta Navidad sea un despertar a la realidad de quién es Cristo, y cuál es mi relación intima y personal con Él como Señor y Salvador único en mi vida.

martes, 3 de diciembre de 2013

UNA IGLESIA PERFECTA

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5: 25-27).


1. Lo que creen, y creen mal

Constantemente se ha venido diciendo que Jesucristo vendrá a por Su amada Iglesia, pero que para que eso ocurra, deberá pasar el tiempo necesario, ya que no está preparada, ya que Él viene a por una Iglesia sin mancha ni arruga.
Esperan que llegue un día, no saben cuál, cuando la Iglesia debería experimentar un súbito crecimiento en santidad y también, por qué no, un crecimiento numérico considerable a nivel mundial.


Bien, y yo les digo que si eso fuera así, según ese entendimiento, Cristo no podría volver ¡Nunca!, porque ¿cuándo dejaremos los cristianos de cometer algún pecado mientras estemos en este cuerpo mortal? ¿Cuándo, o en qué momento seremos perfectos en este mundo, como lo es Cristo? y, ¿En qué lugar de la revelación de la Escritura encontramos que ha de producirse un crecimiento exponencial de la fe, cuando el Señor dijo lo contrario Lc. 18: 8; Mt. 24: 12, 37, 38, etc.)?

Sólo hay que echar la vista atrás y ver la historia de la Iglesia visible para darnos cuenta de que ni en un millón de años seremos en nuestra humanidad los creyentes, algo diferente a lo que fueron los que nos precedieron… ¿o es que acaso es razonable pretender que la Iglesia contemporánea ha de ser más santa que la Iglesia que nos precedió? ¿Acaso somos, o podemos ser, nosotros, “mejores” que ellos? ¿o es que el Espíritu Santo está ahora obrando una santificación del creyente sin precedentes? Eso vienen a creer, y enseñar, pero es falso. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (He. 13: 8).

¡Y todo eso es porque están equivocando el enfoque acerca de la Iglesia en el sentido que hablamos! El sentido de esos versículos de arriba es muy diferente al que muchos han creído y creen. Lo que anuncia esa escritura es que la Iglesia, desde el momento en que fue concebida,  ES sin mancha ni arruga.

2. Analicemos ese pasaje de arriba

Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, ¿Cuándo y dónde?: en la cruz. Allí se gestó la perfección de la Iglesia, conforme a la medida de la santidad de Cristo, la cual es absoluta.

¿Con qué propósito?: para santificarla; es decir, apartarla para sí. Todo verdadero creyente ha nacido de Dios y ha sido justificado por Su sangre, y le pertenece a Él (1 Co. 6: 19), y el conjunto de todos los creyentes de esa índole, constituye la Iglesia.

La Iglesia, según leemos, ya ha sido purificada a través de la Palabra efectiva, en su vida: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado” (Juan 15: 3).
Asunto concluido.

Todo ello, ¿con qué fin?: Para que Cristo se presente a sí mismo esa Iglesia que ha preparado para sí.

En la economía de Dios, esa Iglesia es gloriosa: “y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Ef. 2: 6).

Esa Iglesia, la rescatada de este mundo corrupto, la de todos los tiempos desde que fue creada, no tiene mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que es santa y sin mancha.

La Iglesia que Cristo viene a buscar, es la formada exclusivamente por todos aquellos que son hijos de Dios por adopción; los que un día, y por designio de Dios Padre (Jn. 1: 13; Ef. 1: 5), recibieron a Jesús, creyendo en Él.
Todos ellos, a pesar de su condición de humanos (Ro. 8: 14-25), y por tanto falibles, no viven según la carne, sino según el Espíritu, haciendo morir, por consecuencia, las obras de la carne en las que solían vivir antes de ser hijos (Ro. 8: 13 14).

En ese proceso de santificación por parte nuestra, nuestro Abogado que es Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, intercede constantemente por nosotros en el cielo.

El Señor Yahshua regresará a por Su Desposada en el momento en que el Padre le diga de ir, y ese momento preciso, es desconocido para nosotros.

¡Cristo puede regresar por Su Iglesia en cualquier momento!

3. Concluyendo

Jamás olvidemos que una cosa es el proceso de santificación en el que todos y cada uno de los verdaderos hijos de Dios estamos, a causa de nuestra implícita imperfección (ver Ro. 7: 15ss), y otra cosa es nuestra condición de santos, y por tanto, más que vencedores, que nos ha sido dada por Aquél que nos amó (Ro. 8: 37).

La santidad en nosotros, es de Dios; Él es quien nos ha hecho santos a todos los que pertenecemos al Hijo de Dios, rescatados por Su sangre.

Fuente: Centro Rey, Madrid, España.

lunes, 11 de noviembre de 2013

LAS RAMAS DEL BUEN OLIVO



   Hay cuatro dogmas anti-judíos sobre los cuales se fundamenta erróneamente la teología cristiana desde el siglo II después de Cristo:

    


  1.      Todo el pueblo de Israel es culpable de la crucifixión del      Hijo de Dios.
  2.      Por eso Dios desechó a Israel y anuló las promesas del Pacto que hizo en el Antiguo Testamento.
  3.      La elección del pueblo de Dios, después de la resurrección de Jesucristo, pasó a la iglesia; e Israel fue desheredado.
  4.      Los judíos solamente pueden ser salvos por el bautismo, o sea, renunciando a su fe.

   La teoría de la desheredación de Israel (igual a la teología de reemplazo) es sostenida hasta hoy por la teología cristiana. Incluso encuentra cada vez más aceptación en los círculos evangélicos. Esta teología del reemplazo, sin embargo, es completamente contraria a lo que nos muestra Romanos 11.

   Hace poco llegó a mi s manos un documento con el título “El Rechazo del Judaísmo en el Nuevo Testamento”. Sostiene que el rechazo del judaísmo fue necesario para que se pudiera formar el cristianismo. Dice que la enemistad contra el judío sería una característica, y que los cristianos no tendrían que hablar del “Mesías de Israel”. Cita a un teólogo que sostiene que el anti-judaísmo sería una “parte implícita y vital de la doctrina cristiana original y especialmente de la paulina”.

   ¿El judío Pablo habrá sido enemigo de los judíos? ¿Justamente él que quería provocarlos a celos, para que muchos de ellos fueran salvos?  No conozco a nadie que hubiera amado más a sus hermanos, su pueblo Israel, que el mismo Pablo. En la lectura del documento mencionado anteriormente, algo me llamó la atención: En ocho páginas se citan 57 pasajes bíblicos acerca de la relación entre judíos y cristianos. Pero, entre ellos, no se encuentra ni un solo versículo de la Epístola a los Romanos, y menos del capítulo 11. Sin embargo, es justamente este capítulo el que trata específicamente el tema de los judíos y de Israel”.

   Es obvio que Romanos 11 es totalmente opuesto a la teología del reemplazo. Pero los partidarios de esa teología, argumentan que lo que allí escribió Pablo, no se encuentra en ninguna otra parte en la Biblia. En otras palabras: No se puede dar demasiada importancia al contenido de Romanos 11. Pero en realidad, Pablo no anunció nada que ya no hubiera sido anunciado en Génesis, fundamento de la Biblia. Hay en el Antiguo Testamento, varios acontecimientos que nos ofrecen una imagen profética de la relación entre los judíos y las naciones, con respecto al mensaje del Evangelio. Observemos a continuación el ejemplo de Jacob y sus 12 hijos. Son especialmente los dos hijos menores, José y Benjamín, los que tienen un especial significado.

Jacob y sus hijos

   José, el primer hijo de Raquel, es una clara representación profética de Jesucristo, Raquel era el gran amor de Jacob. Pero era estéril, lo que la hacía sufrir mucho. Tuvo que presenciar que Jacob tuviera un hijo después de otro de otras mujeres: Lea, su hermana, por ejemplo, le dio seis hijos, y Zilpa, la sierva de Lea, dos. Otros dos hijos nacieron de Bilha, la sierva de Raquel. Pero no era casualidad que Raquel no pudiera tener hijos. Pues Dios tenía un plan determinado para su vida: “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos” (Gn. 30:22). Raquel fue hecha fértil por Dios: “Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta” (v. 23). Y luego las cosas se precipitaron: “Y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo” (v. 24).

   Cuando leí el ruego de Raquel de que el Señor le añadiera otro hijo, me llamó la atención la palabra “añadir”, que a primera vista parece sin importancia. ¿Por qué usa esta redundancia, y no dice simplemente: “El Señor me de otro hijo”? Consulté varias versiones de la Biblia, y todas dicen “añadir otro hijo”.  Y de repente lo comprendí: Dios quitó de Raquel su afrenta y escuchó su ruego. Después del nacimiento del José, es una imagen de Jesucristo, también  Benjamín tiene que ser una imagen – que representa el hecho que después del nacimiento de Jesús, le fue añadido al pueblo de Israel otro hijo: el menor, un hijo dado por Dios, los creyentes de las naciones. Leamos a continuación algunos pasajes, teniendo siempre presente a José como imagen de Cristo, y a Benjamín como imagen de las naciones:

-“Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua(Gn. 37:23-24). También a Jesús le quitaron la ropa, y después de la crucifixión Lo pusieron en una tumba vacía en la roca.

Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la túnica con sangre; y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnico de tu hijo, o no. Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado(Gn. 37:31-33). Pero no era así; José vivía. También nuestro Padre en el cielo vio la Sangre de Su Hijo, que Él vertió en la cruz del Gólgota por nosotros. La gente lo tuvo por muerto. Pero Jesús vive. Él ha resucitado.

-“Después Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro…(Gn. 37:29). La cisterna estaba vacía. Y cuando María de Magdalena y la otra María llegaron a la tumba de Jesús, Él ya no estaba en ella. La tumba estaba vacía.

-“Y cuando pasaron los madianitas mercaderes, secaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto”. (Gn. 37:28). José fue vendido. Su campo de acción iba a ser el extranjero. También Jesús fue traicionado por sus hermanos por 30 ciclos de plata. “A lo Suyo vino, y los Suyos no Lo recibieron.” De manera que se volvió a los extranjeros: Su campo de acción es entre las naciones.

-“Y comenzaron a venir los siete años de hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra la tierra de Egipto había pan(Gn. 37:28). José llegó a ser una gran personalidad en Egipto. Mientras estuvo allí, el país fue bendecido. Las granjas estaban llenas, había suficiente alimento. También el nombre de Jesucristo se engrandeció entre las naciones. Él trajo salvación a los gentiles, los bendijo y les dio suficiente alimento espiritual para todos los que lo quisieran.

-“He aquí yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos(Gn. 42.2). Vinieron los años de escasez. Jacob se vio obligado a comprar trigo en Egipto. Mandó a sus hijos a ese país, hacía José, sin saber que era él. Y aún hizo otra cosa más, seguramente sin tener idea del significado profético de su acción. Pero tenía que hacerlo, pues su manera de actuar era parte del plan de Dios para la salvación de la humanidad: “Más Jacob no envió a Benjamín hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre(Gn. 42:4). Jacob mantuvo a Benjamín, su hijo menor y hermano de José, con él en casa. Los otros diez hermanos fueron a Egipto a ver a José. Este los reconoció, pero ellos no le reconocieron a él. De la misma manera, Jesús conoce a Sus hermanos, a Su pueblo, pero ellos no le conocen a Él.

   José no se dio a conocer cuando sus hermanos estuvieron delante de él con su gran necesidad. Al contrario. A pesar de su problema, los mandó de vuelta a su tierra. La razón para eso no eran los diez hermanos grandes, sino Benjamín. Benjamín no estaba entre ellos: “No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros(Gn. 43:3). Hoy, Jesús todavía no se puede dar a conocer a Su pueblo, a Sus hermanos, porque Benjamín todavía no está. En otras palabras, todavía no entró la plenitud de los gentiles. Ésta es la causa, y no Israel.

-“…y tomaron… a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José(Gn. 43:15). Volvieron los hermanos de José, esta vez con Benjamín. José vio a su hermano Benjamín, el hijo de su madre (Gn. 43:29). Entonces no se puedo contener más, se conmovió. Mandó afuera a todos los que estaban con él. Quería estar completamente solos con sus hermanos. Lloró a gritos – tan fuerte que los egipcios, los extranjeros y los siervos de faraón pudieron escucharlo - y se dio a conocer a sus hermanos (Gn. 45:1-3). 

¿Qué nos dice esto como imagen profética? Cuando haya entrado la plenitud de los gentiles, Jesús también se dará a conocer a Su pueblo. Su corazón arde en la espera, como en aquel entonces le pasó a José. Entonces se conmoverá y querrá estar completamente solo con Sus hermanos. Y este suceso no quedará oculto. Llegará fuerte y entendiblemente, a oídos de los extranjeros de las naciones.

   Ahora, ¿Qué les dirá Jesucristo a Sus hermanos, cuando se dé a conocer a ellos? ¿Les hará reproches? ¿Les dirá: “Ustedes me traicionaron, me vendieron”? ¿O les dirá, como los teólogos cristianos: Ustedes son mis asesinos, ustedes me clavaron en la cruz”? ¿O: “Yo he anulado las promesas del Pacto del Antiguo Testamento. Ustedes ya no son mi pueblo, yo les desheredé”? Seguramente no. Les hablará como José habló a sus hermanos: “Yo soy José vuestro hermano,  el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros… Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberaciób(Gn. 45:4-5,7). José dijo a sus hermanos exactamente lo que Pablo anunció en Romanos 11:25-26: …ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad(Ro. 11:25-26).

   Ha acontecido a Israel endurecimiento por causa de nosotros, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Hay una advertencia en esto: Si tu rechazas a Jesús, también estás endurecido; entonces tienes ojos que no ven y oídos que no oyen. Sin Jesús estás enteramente perdido.

   Pero el endurecimiento de Israel es “en parte”. En todo tiempo hubo judíos que adoptaron la fe en Jesucristo. Sin embargo, recién desde la segunda mitad del siglo XX existe un verdadero movimiento mesiánico entre los judíos. Especialmente en Estados Unidos, Israel, Ucrania y Rusia crece el número de los creyentes judíos que confiesan a Jesucristo como su Mesías. Estos judeocristianos viven en una especie de “tierra de nadie”, entre el pueblo judío y las iglesias cristianas: Por un lado, los judíos religiosos consideran traidores a sus hermanos mesiánicos. Y por el otro lado, las iglesias cristianas – si es que notan si quiera la presencia del movimiento mesiánico – guardan distancia y se asombran más bien de los creyentes judíos.

Provocar a celos a los judíos

   Las primeras iglesias cristianas se componían exclusivamente de judíos. Por eso, en realidad los judíos mesiánicos son los descendientes de la iglesia primitiva. A pesar de esto, hoy en día apenas encuentran reconocimiento. ¡Apoyemos por lo tanto con oración y fe a los judíos mesiánicos! Esta es nuestra tarea y nuestro llamado. Hagamos nuestros los propósitos de Pablo en Romanos 11, para que muchos sean añadidos a la Iglesia de Cristo. El primero de estos propósitos en que nos dejamos transformar por el Evangelio, de manera que los judíos lo perciban. Debería despertarse en ellos el deseo de tener una relación personal con el Dios de Jacob. Deben ser provocados a celos, para que puedan recibir la gracia que recibieron los gentiles. Éste es el mensaje de Pablo.

   Ahora bien, ¿cómo podemos provocar a un judío a celos en la práctica? La siguiente historia ocurrida en Rumania a principios del siglo XX, nos dan un impulso:

   Un joven de descendencia judía, que había nacido y pasado su niñez en pobreza, era un escéptico y burlador al estilo del filósofo Voltaire, quien negaba a Dios y llevaba una vida desenfrenada. A la edad de 27 años, enfermó de tuberculosis. En aquel entonces, esta enfermedad era casi incurable. Por un tiempo, el joven estuvo al borde de la muerte. Después de unos meses mejoró un poco y fue enviado a recuperación en un pequeño pueblo en las montañas de Siebenbürgen, en el centro de Rumania.

   En aquel pueblo vivía un anciano carpintero, creyente en Jesucristo, cuyo corazón ardía en amor hacia Israel. Sabía que era llamado a provocar a celos a los judíos, a despertar en ellos el deseo seguir a Jesucristo. Diariamente repetía la misma oración: “Oh Señor, no me dejes morir sin antes haber traído a un judío a los pies de Cristo, ya que Jesucristo vino de ese pueblo. Pero soy viejo y estoy enfermo. Y en mi pueblo no hay judíos. Trae un judío a mi pueblo, y aré todo lo posible para llevarlo a Cristo.”

   Un día, el viejo carpintero y el joven  judío se conocieron, y se hicieron amigos. Sin decir mucho, el carpintero regaló una Biblia a su amigo. No le interpretó la Biblia, sino que simplemente siguió orando. El judío sanó. Más tarde, contó que ya había leído la Biblia que había recibido del carpintero, era diferente. No estaba escrita con simples letras, sino con letras que ardían de amor. Recién más tarde, se dio cuenta que el secreto estaba en las oraciones del carpintero y de su esposa. El judío se convirtió. Y siempre testificó que su primer contacto con Jesús se dio gracias a este carpintero.

   Ese contacto fue posible porque el viejo carpintero aceptó el desafío de provocar a celos a los judíos con testimonio de su propia vida. El nombre del carpintero era Christian  Woelfkes. Y ¿sabes quién fue el judío que encontró a Jesús gracias al testimonio del carpintero? ¡Richard Wurmbrand, posterior fundador y director de una conocida organización de ayuda para los cristianos perseguidos por su fe! Llegó a ser de bendición para los hermanos en la fe, tanto judíos como gentiles, que sufren persecución especialmente en Rumania. Y Dios usó para esto a un no-judío, el cual pudo ser provocado a celos por la obra del Espíritu en su corazón.


   Noé dejó que la paloma volara, le dio espacio libre. Ella volvió con una ramita de olivo en su pico. Dale a Dios, también, espacio libre en tu corazón, para que haya fruto del Espíritu en tu vida. Entonces, conocerás más de las sobreabundantes riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios.

viernes, 27 de septiembre de 2013

EL ACTUAL ABANDONO DE LOS PRINCIPIOS JUDEO CRISTIANOS

¡Rebelión abierta contra Dios!
 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5: 20)
Introducción
A la carrera, con prisas y sin pausas, de esta manera quieren disipar todo principio judeo-cristiano en Europa, y… ¡Resto del mundo! ¡Atiende!: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”Que nadie piense que esto sólo pasa o va a pasar en España, en Holanda o en Bélgica, esto se extenderá como la lepra por todo el mundo: “por haberse multiplicado la maldad…” (Mt. 24: 12)
El mundo odia a Dios. El mundo odia a Jesús, el don de Dios para la salvación de los hombres. Pero esto no le ha tomado al Señor por sorpresa. Ese “a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Is. 5: 20), ya está profetizado desde hace más de 2.700 años; y Dios lo sabía desde “antes de la fundación del mundo” (He. 4: 3)
Estamos al final de esta dispensación de la gracia, y para este tiempo Dios declaró en Su Palabra que la anomia, es decir, el ir en contra de Su voluntad y Sus principios, iba a ser una realidad mostrada a todos (Mt. 24: 12)
No obstante, Dios será paciente hasta el fin.
I. Dios es paciente hasta el fin
“Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí” (Génesis 15: 16)
Dios le dijo a Abram que su descendencia – en este caso Israel – iba a morar en Egipto durante un tiempo de 400 años, de modo que en la cuarta generación iban a volver a la tierra de Canaán con el fin de tomarla.
El motivo de proceder de ese modo era debido a que la maldad del amorreo – habitante de Canaán – no había llegado a su máxima expresión.
Los hombres que andan de espaldas a Dios no se aperciben que el mismo principio que operó entonces, está operando en este tiempo. Así como Dios fue paciente en esperar que la anomia del cananeo llegara a su colmo para después castigarlo convenientemente, también lo está siendo ahora.
Cuando la maldad de esta generación haya llegado a su cénit, entonces Dios procederá con Sus juicios, tal y como la Palabra nos lo enseña (Ap. 9: 20, 21). Mientras tanto Dios procede con misericordia, porque “la misericordia triunfa sobre el juicio”(Stgo. 2: 13), aunque esto último ha de entenderse mientras dura el tiempo de la paciencia.
La Palabra nos enseña a través del profeta Isaías, acerca de siete maldades que no sólo han sido patentes a lo largo de todo el periplo de la humanidad desde la caída, sino que de una manera especialmente concreta lo están siendo en esta última generación.
Dentro del rechazo actual a todo principio judeo-cristiano, esta sociedad impía allí donde se encuentre, se regodea y revuelca en su fruto de maldad el cual viene determinado no de forma exhaustiva en siete pecados; a saber:
Codicia (avaricia), hedonismo (materialismo), incredulidad, soberbia, autosuficiencia, lujurias, corrupción.
Aunque esa palabra de Isaías iba dirigida en primera instancia al Israel apóstata, no es menos cierto que también se puede aplicar al cristianismo apóstata y por supuesto al mundo de los impíos e incrédulos.
Procedamos a estudiar todas estas cosas.
“Cuando la maldad, que básicamente es la negación real de Cristo, haya llegado a su cénit, entonces Dios intervendrá en lo que Jesús llamó la Gran Tribulación”
1. Codicia y avaricia
“¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? 9 Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas. 10 Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla producirá un efa” (Isaías 5: 8-10)
La descrita arriba, es la conducta de los que son llevados por la codicia y la avaricia.
Una de las hermosas virtudes judeo-cristianas es la generosidad, también en este sentido, el desprendimiento, el desinterés, la esplendidez. Todo ello es debido al amor. Ahora bien, la negación de este principio judeo-cristiano tiene como resultado inmediato la codicia y avaricia.
Según el diccionario, codicia es “el deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes o riquezas”
La codicia es el fruto directo del materialismo, siendo éste la negación práctica de Dios.
Para el llamado materialismo histórico, expresión pura y dura del ateísmo tanto teórico como práctico, las causas últimas de los fenómenos sociales están determinadas por factores materiales, rechazando las explicaciones en las que intervienen factores sobrenaturales, tomando como un hecho la irrelevancia científica de Dios, de espíritus, y de una supuesta inteligencia del mundo en el devenir histórico.
Por lo tanto, implícito en el materialismo está la negación de Dios. Ese fue el pecado del diablo desde el principio de serlo: fue negando a Dios, en la medida en que iba codiciando, siguiendo la pauta de su terrible egocentrismo.
El codicioso es un tremendo ególatra.
Podemos por tanto argumentar, que debido al rechazo del Dios verdadero, los hombres han entrado en una vorágine de codicia y avaricia sin paliativos, buscando instintivamente el llenar el hueco de sus vidas con cualquier cosa apetecible a los sentidos.
“El codicioso y avaricioso no detiene el impulso de su deseo”
2. Hedonismo (el placer por el placer)
“¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! 12 Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. 13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.  14Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba. 15 Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos” (Isaías 5: 11-15)
La cultura del placer por el placer, es la imperante en esta sociedad que se está desentendiendo de los principios judeo-cristianos. El hombre moderno está constantemente buscando su bienestar lejos de Dios y sin compromiso alguno con la verdad declarada de Dios.
A través de esa conducta, el hombre ha venido a ser dios de sí mismo, convirtiéndose de hecho en esclavo y víctima de sí mismo.
(Isaías 5:12) “Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos”:
El perseguir la alegría y el contentamiento del alma, ha venido a ser lo más importante en la vida del hombre moderno, por encima de cualquier otra consideración, hasta el punto de negar a Dios con esa filosofía y obra.
La idea de la búsqueda de lo verdaderamente trascendental y eterno - lo de Dios - ha quedado relegada al baúl de los recuerdos. El hombre moderno no piensa en términos de eternidad, sino que en su fantasía e irrealidad, vive al presente como si este fuera eterno.
Conceptos judeo-cristianos contrarios al hedonismo, la vanagloria y la banalidad, como son el sacrificio por los demás, la entrega, la negación de uno mismo, la humildad, la sensatez, el dominio propio, el contentamiento, el temor de Dios, etc. suenan impropios, arcaicos e irrelevantes para una gran mayoría.
Este es el pecado del hombre moderno, que no busca en Dios su razón de vivir, sino en las cosas que Dios ha creado, despreciando a Dios con sus actos y con la intención de su corazón.
Debido a esa manera de experimentar la vida, alejado de Dios pero profesando ser sabio, entendido, dueño y juez de sí mismo, el hombre moderno e impío es sustancialmente necio (Ro. 1: 22).
Al no considerar a Dios ni a Su don, Jesucristo, el hombre que – por tanto - desprecia los principios judeo-cristianos, y como lo dice la misma Escritura, se ha entregado en  prácticas aberrantes que solamente 20 años atrás hubieran constituido un escándalo para la mayoría (Ro. 1: 32)
Cambiando el uso natural por el que es contra naturaleza: mujeres con mujeres; hombres con hombres (Ro. 1: 26, 27), se ha hecho de ello virtud y modelo cívico, hasta el punto de legalizar en la forma de “matrimonio” esas uniones antinatura, con el terrible agravante de poder adoptar niños.
Hoy en día, muchos no sólo son los que practican esas aberraciones, sino que muchos más se complacen con los que las practican (Ro. 1: 32)
Tal es la osadía del hombre encumbrado en su torre de poder y autoridad conforme al maligno (1 Jn. 5: 19b), que no sólo protege, ampara, y promociona esa manera nefanda de entender la humanidad, sino que acusa, discrimina y aún persigue con leyes injustas a los que se oponen a tales prácticas y las denuncian.
Este es fruto del abandono de los principios judeo-cristianos.
“En su irrealidad e ignorancia, los que desprecian los principios judeo-cristianos creen que son muy libres y dueños de sí mismos. Se equivocan. En realidad son siervos del maligno, aunque no lo crean”
También con el pueblo de Dios
(Isaías 5: 13) “Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed”:
Así como ocurrió con Israel, que por falta del conocimiento de Dios y de interés por conocerlo, y por tanto, por falta de seguir Sus principios, erró y pecó, así está ocurriendo hoy en día con muchos que se denominan cristianos. Por eso muchos no serán arrebatados cuando el Señor regrese a por los suyos.
Peor será para el impío
“Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba. 15 Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos” (Isaías 5: 14, 15)
Pero como está escrito, el final de ese hombre réprobo, amante de lo malo como bueno y detractor de lo bueno como malo, será el infierno si no se arrepiente.
(Isaías 5: 16, 17)“Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia. 17 Y los corderos serán apacentados según su costumbre; y extraños devorarán los campos desolados de los ricos”:
En el día que Dios se levante como Juez y empiece a emitir su castigo, todos verán que existe un Dios en el universo, aunque para muchos será ya tarde. Para los justos ese será el día de su libertad y de su paz, pero para los que aprovecharon esta vida sólo para vivir para sí mismos, en la práctica de su avaricia y de su propio e injusto recreo, sólo habrá pérdida, y pérdida eterna.
Esta será la consecuencia directa del abandono de los principios judeo-cristianos.
3. Incredulidad y cinismo
(Isaías 5: 18, 19) “¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta, 19 los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos!”:
Ese “¡Ay!” es para todos aquellos que se burlan de los que traen el mensaje de parte del Señor. Son los burladores, incrédulos y cínicos, que se parapetan en su cinismo e incredulidad pretendiendo escapar de la verdad y de su consecuencia; pero  así como cae una piedra al suelo cuando se suelta, así será manifiesta y castigada la maldad de todos ellos, muy a pesar de sus burlas y escarnio.
Muchos hoy en día se burlan de la Palabra de Dios, y también se burlan de los hombres de Dios y del mensaje que traen, y lo hacen abiertamente y sin escrúpulos. Como dice McArthur:
“Los incrédulos escarnecedores dicen: “¿Dónde está el juicio que pronunciaste, Isaías? ¡Haz que suceda! Lo creeremos tan pronto lo veamos”. Este reto insolente de apresurar el juicio de Dios hace evidente su incredulidad acerca del juicio que el Santo de Israel traería sobre Su pueblo”
Si esto es dicho sobre el pueblo de Dios, imagínese que será para todos aquellos que desprecian el Señorío y sus principios básicos (2 Pr. 2: 10).
“El infierno o gehenna, es un lugar muy real donde están y estarán todos aquellos que definitivamente rechazan a Jesús”
4. Necedad soberbia
(Isaías 5: 20) 20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”:
¿Qué mayor necedad fruto de la soberbia puede haber que aquella que invierte los valores morales hasta límites insospechados? Este es el modus operandi de hoy en día., y es consecuencia directa del abandono de los principios judeo-cristianos.
En mi país, enarbolando la bandera del progresismo, se han aprobado leyes que vulneran, no sólo el más mínimo sentido de lo moral y ético, sino la más mínima expresión del simple sentido común, alcanzando directamente las profundidades del esperpento.
Mencioné antes acerca del casamiento por parte de las autoridades civiles entre personas del mismo sexo, y la posibilidad de estas de adoptar a niños. Pero yo diría lo siguiente, ¡si son matrimonio, que tengan ellos hijos propios si es que pueden, y si no, ¿qué clase de “matrimonio” es ese?!... ¡Esperpéntico y ridículo el asunto!
Pero a eso lo llaman bueno.
Nótese que un cristiano en mi país, ya no puede pretender ser ni juez, ni alcalde, ni ocupar ningún puesto de autoridad civil similar, puesto que estaría obligado por ley a formalizar ese tipo de uniones.
En mi país, la última ley aprobada acerca del aborto, con el visto bueno del mismo rey, el cual ante las autoridades eclesiásticas romanas, ¡no tiene responsabilidad alguna por firmarlas! (1), permitirá que una niña de 16 o 17 años pueda decidir abortar con libertad sin el concurso de sus padres o tutores, los cuales quedan al margen de todo. La norma establece unplazo de 14 semanas para que las mujeres, "sin interferencia de terceros", puedan abortar libremente.
A todo ello, también lo llaman bueno.
“Desde el tercer mes de embarazo (12 semanas) casi todas las partes del cuerpo ya se han formado: ojos, orejas, nariz, dedos, brazos y piernas, y continúan creciendo. Al tener formada la cara, el pequeño ya puede chuparse el dedo. Pero es a partir de las 14 semanas cuando la madre ya aprecia el movimiento del bebé que tiene en su seno. Y es que aseguran que el feto es sensible a otras partes de su cuerpo y elementos de su entorno”
En mi país se está cerrando la puerta a la expresión evangelística pública. Se están levantando normativas a diferentes niveles para impedir que los creyentes podamos salir por las calles y plazas predicando el Evangelio. Pretenden que nuestra profesión como cristianos sólo se desarrolle en nuestros recintos privados. Pronto todo ello será norma establecida para Europa.
A la expresión pública del Evangelio lo llaman malo.
Dentro del contexto de mi país, que alguien se levante diciendo que la práctica de la homosexualidad es pecado, no sólo es casi ridículo y retrógrado, sino que podría estar castigado por la ley, la cual favorece en todo al homosexual practicante, muy por encima del derecho a opinar que tenemos los que pensamos de forma diferente, tal y como la Biblia enseña.
Al uso de esa aludida libertad de expresión lo llaman malo.
…y así podría continuar. A lo bueno llaman malo, y a lo malo bueno. Esto es consecuencia directa de negar los principios judeo-cristianos. Usando el título de la canción de ACDC, es una “Autopista al Infierno”.
5. Autosuficiencia
(Isaías 5: 21)21 ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!”:
La autosuficiencia. Este es un terrible pecado fruto de dos iniquidades sublimes: el egoísmo y la soberbia, y una derivada de ambas: la necedad.
Es tal la ceguera del que se cree justo y sabio en sí mismo, que el mayor de los necios, mínimamente consciente de que lo es, es más confiable.
Tal es el proceder de toda esta sociedad que ha abandonado los principios judeo-cristianos y se cree muy liberada, siendo en realidad, muy libertina, que, o bien practica su autosuficiencia, o bien admira y aplaude a los que se presentan así, en la arrogancia de su presunción.
Pero como dice el proverbio divino: “Antes del quebrantamiento es la soberbia…”(Prov. 16: 18)
6. Lujurias
(Isaías 5: 22) “22 ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida”:
Lujurias, en plural.
No sólo podemos ver a los que se recrean en la bebida, embriagándose, sino a todos aquellos que buscan en cualquier lujuria su forma de entender la vida, y se pavonean ante los demás; como que nada les va a pasar y que pueden perfectamente resistir los envites de sus desatinos. Evidentemente el orgullo es el caldo de cultivo de esa manera de proceder.
La Palabra de Dios es clara en cuanto a todo esto: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución…” (Efesios 5: 18)
A modo de aquella antigua sociedad greco-romana pagana, el hacer lo que “le pide a uno el cuerpo”, es lo habitual en esta sociedad, que ha hecho de la lujuria su dios, al cual se rinde día a día.
Estos lujuriosos – y muchos dicen no considerarse así - son esclavos de sus propias concupiscencias, y si les dicen que deberían abandonarlas, entonces se defienden diciendo que ellos son libres y que no van a reprimirse.
Pero no son libres, sino siervos de su pecado.
“Lejos de la manida y falsa “evolución”, el hombre impío más bien está experimentando una involución por su enorme práctica de maldad, que le lleva a su propia destrucción”
7. Corrupción y cohecho
(Isaías 5: 23)“¡[Ay] de los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho!”:
Entre tantas cosas nocivas y perversas que últimamente están ocurriendo, la destrucción de la familia, como institución creada por Dios, es el objetivo de los que aborrecen cualquier planteamiento judeo-cristiano, y muchos otros justifican todo ello sin el más mínimo pudor, quitando de ese modo a los rectos todo derecho.
De nuevo en referencia al “matrimonio” entre homosexuales y lesbianas, escribe en sus tesis María Lacalle, profesora de Derecho Civil de la Universidad Francisco de Vitoria:
“Parece claro que el inusitado interés en aprobar esta ley no se debía simplemente al deseo de dar entrada al pequeño número de homosexuales que quiere contraer matrimonio - desde la entrada en vigor de la ley hace dos años y medio unos 4.500 - sino de obtener el reconocimiento social para la homosexualidad y redefinir radicalmente el matrimonio, privándole de sus elementos esenciales” (énfasis mío) (2)
Hablando de España, leyes como la del “matrimonio homosexual”, la ley contra la violencia de género, y regulaciones como la del “cambio de sexo”, suponen una implantación formal de esta ideología, que se reforzará con una introducción de los llamados “derechos reproductivos” con la ampliación de la nueva ley del aborto.
Y todo esto disfruta de la complacencia de muchos, quizás con la débil e inexcusable excusa de que vivimos en tiempos modernos.
Según María Lacalle, la llamada “ideología de género”, pretende instaurar una sociedad en la que no exista diferencia ninguna entre los sexos, y en la que cada uno, independientemente de las características biológicas con las que nazca, escoja su propia identidad de género y su propia orientación sexual.
Por tanto, cada uno es dueño y señor de sí mismo, sin importar que haya un Dios.
Todo ello constituye una aberración y un levantarse en rebelión abierta contra el Cielo, y muchos creen que esto no va a tener repercusión alguna. Se equivocan mucho.
“A los ojos de Dios, es de un aberrante tan enorme la unión de dos personas del mismo sexo, que no existe un calificativo en nuestro idioma suficiente como para definirlo”
II. Consecuencia final. La sentencia divina
(Isaías 5: 24, 25)“Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel. 25 Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió; y se estremecieron los montes, y sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida”:
Veamos de cerca lo que Dios dijo a través del profeta:
(Isaías 5: 24b)“porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel”:
Acordémonos de nuevo de las palabras del mismo Jesús cuando en el Monte de los Olivos, antes de ir a la cruz, profetizara que la maldad en este mundo iba a aumentar hasta el punto que el amor de la mayoría se iba a enfriar (Mt. 24: 12).
La consecuencia del abandono de la Ley de Dios – la anomia profetizada por Jesús – será el fuego: “como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo” (Isaías 5: 24a)
Ese fuego será el fuego eterno; el lago de fuego (Ap. 20: 10), destino final del trayecto.
Si no quieren a Dios, entonces tampoco han de gustar todo lo que es de Dios, por tanto Dios les quitará lo que es Suyo: la vida…Porque eso es lo paradójico: desechan al Autor de la vida, pero eso sí, les gusta la vida y los bienes que son intrínsecos en ella, pero eso no será así.
Olvidan que Dios es el Creador y Dueño de todo lo que pueden ver, oír, tocar, oler y gustar.
El abandono de los principios judeo-cristianos, no es más que la anomia – es decir, el rechazo de la voluntad de Dios. Esto es lo imperante hoy en día, e irá en general a peor hasta el Día del Señor, momento del tremendo juicio de Dios contra este mundo incrédulo y rebelde que le dio la espalda a Aquél que amó al hombre hasta el punto de dar Su vida por él.
Así como vilipendiado ha sido Jesús, así será el castigo del Padre.
Para aquel que esté dispuesto a entender que hay un Dios, espero que este escrito le haya sido de ayuda, para que Le tema y se aparte del mal, recibiendo a Cristo como su Salvador y Señor, y escapar así de la terrible condenación que está a las puertas, y en la que ahora mismo está también.
Dios les bendiga. Cristo viene pronto.
 © Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Notas:

1. http://www.elmundo.es/elmundo/2010/02/25/espana/1267103089.html
2. La ideología de género triunfa en la legislación española; 
http://www.zenit.org/article-26427?l=spanish