lunes, 24 de junio de 2013

LA ELECCIÓN

Escoge, pues, la vida,
para que vivas tú y tu descendencia.
Deuteronomio 30:19.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo,
es nacido de Dios.

1ª Juan 5:1.

La mayoría de nuestras elecciones no tienen mayor importancia: una u otra prenda de vestir, una u otra comida, etc., pues no se pone en juego nuestro futuro. Escoger nuestro lugar de residencia, nuestro empleado y, sobre todo, nuestro cónyuge, es mucho más serio, pero aun en esto sólo se pone en juego nuestro futuro terrenal.

En cuanto a nuestro futuro eterno, cada uno de nosotros debe hacer un día una elección decisiva, comprometiéndose a ir por el buen camino, el que lleva a la vida eterna. El Evangelio nos dice que el camino que lleva a la perdición es espacioso, “y muchos son los que entran” por esa puerta; al contrario, el camino que conduce a la vida es estrecho, “y pocos son los que” hallan la puerta (Mateo 7:13-14).

El camino ancho parece más fácil: uno no se priva de nada; pero no olvidemos adónde conduce: a la perdición. Tomemos, pues, mientras aún es tiempo, el camino que conduce a la vida. Es estrecho, y sólo podemos entrar por él después de abandonar nuestro equipaje: buena opinión de sí mismo, orgullo, amor al dinero, múltiples ídolos, etc. ¡Pero qué felicidad tener la seguridad de hallarnos en el buen camino, el que conduce a la vida!

Hoy usted tiene que tomar esta decisión. Nadie puede decidir en su lugar, y lo que escoja será en pleno conocimiento de causa. Escoger el buen camino es escoger a Jesús, dejarse convencer por su amor. Es una elección de la que jamás nos arrepentiremos.

Fuente: Amen-Amen.net

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